El modelo de la corbata, el tamaño del frapu, y el color del cuarto son en definitiva algunas de las 3 decisiones más difíciles con las que cruzarás a lo largo de tu vida millenial; aquí te daremos los tips para que, por lo menos, puedas saber los beneficios de ciertas tonalidades para tu habitación, y no mueras en el intento.
La primera gran decisión a tomar es ¿Cálido o frío? Es como en yin y el yang, el día y la noche, jedis y siths, no puedes escoger un camino sin rechazar el otro.
Colores cálidos
Por una parte, tenemos a los tonos cálidos, estos generan una sensación de amplitud, de iluminación, y son sumamente fáciles de combinar con diversos tonos.
Los tonos cálidos se disfrutan sobre todo en ambientes amplios o con poca decoración, de modo que se de aire para poder disfrutar de las sensaciones que transmiten los colores. Nos evocan elementos naturales como, la madera, la luz del atardecer, las flores y demás.
Colores fríos
Por otra parte, las tonalidades frías sirven para contrarrestar las sensaciones en ambientes que son excesivamente cálidos, o calurosos. Una gran habitación en la que predominen los turquesas y celestes, es, en definitiva, una excelente opción para un lugar con altas temperaturas.
¿Es posible combinarlos?
Sí, en definitiva, se pueden combinar siempre que se quiera generar un efecto de contraste o jugar con las sensaciones que se transmiten en un ambiente; esto también incluye las formas de los objetos y detalles.
En suma, como vemos no es tan complicado escoger una tonalidad para nuestra habitación, siempre que se tengan claras sus características, motivaciones y efectos.
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